Las croquetas son un plato emblemático y muy popular en nuestra gastronomía. Su origen se remonta al siglo XVIII, cuando comenzaron a ser elaboradas en los conventos como una forma de aprovechar los restos de comida. Desde entonces, las croquetas han evolucionado y se han convertido en uno de los platos más queridos y consumidos.
Una de las razones de su popularidad radica en su versatilidad. Las croquetas pueden ser rellenas de una amplia variedad de ingredientes, como jamón, pollo, pescado, espinacas, queso, champiñones, entre otros, lo que permite una gran diversidad de sabores y opciones para satisfacer los gustos de diferentes personas. Además, su forma redondeada y crujiente, acompañada de un interior cremoso, las hace irresistibles para muchos paladares.
Muchas familias tienen sus propias recetas caseras de croquetas que pasan de generación en generación, convirtiéndolas en un plato arraigado en la cultura culinaria del país trascendiendo también a otros donde cada vez más van ganando popularidad y siendo apreciadas por su sabor y textura única. Su presencia en eventos gastronómicos y ferias internacionales también ha contribuido a difundir su fama más allá de nuestras fronteras.
Como apuntamos, estas pueden ser rellenas de una amplia variedad de ingredientes, en esta ocasión en Atípic nos decidimos por hacerlas con un ingrediente muy de nuestra tierra, la butifarra negra, seleccionada y adquirida a un productor local, garantizando la calidad excelente que proporcionan los productos de proximidad.
Para el rebozado nos hemos decantado por el Panko, un pan rallado que se prepara en Japón cuya peculiaridad principal es que no utiliza la corteza y que es más crujiente. Además, este tipo de pan es poco pesado cuando se degusta aportándole un sabor y una textura diferente a la conjunción de la croqueta.
Para rematar los contrastes de este plato lo internacionalizamos aún más con el aporte del queso gorgonzola, un queso de vaca italiano, graso, de pasta cremosa y untuosa, hecho con leche entera pasteurizada de vaca el cual se caracteriza por su color marfil, cuando es joven, y por un color ocre brillante con vetas azules y verdes conforme madura.
Todo este abanico de ingredientes de diferentes países lo finalizamos con una jugosa confitura de tomate en cada croqueta creando así un espectáculo de contrastes y sabores que hace las delicias de cada comensal.
En cuanto al maridaje, las croquetas de butifarra negra, al ser un plato con un sabor característico y potente, se pueden maridar con diferentes tipos de bebidas que complementen y realcen su sabor.
· Vino tinto joven: Un vino tinto joven con cuerpo ligero a medio y notas frutales puede ser una excelente opción. Su frescura y ligereza ayudarán a equilibrar el sabor intenso de la butifarra y a resaltar sus matices.
· Cerveza artesanal: Una cerveza artesanal tipo ale, con sabores complejos y maltosos, puede ser una elección interesante. La carbonatación y el amargor de la cerveza pueden limpiar el paladar entre bocado y bocado, mientras que sus notas aromáticas pueden complementar los sabores de la butifarra.
· Vermut: El vermut, especialmente un vermut rojo o blanco seco, puede ser una opción deliciosa como acompañamiento. Su amargor y complejidad de sabores pueden contrastar y realzar los sabores de las croquetas.
· Sidra: Una sidra seca y afrutada puede ser una opción refrescante. Su acidez y efervescencia pueden limpiar el paladar y equilibrar la untuosidad de este plato.